Los leones salvajes atacaron al elefante aislado, se abalanzaron sobre su lomo individualmente y desgarraron a la desafortunada presa con sus dientes y garras.
En represalia a estos brutales ataques, el elefante respondió usando su fuerza para girar y repeler a los atacantes, contrarrestando el ataque de colmillos y garras del león.
Jesse Nash, un periodista radicado en Nueva York que estuvo presente en el lugar, relató un sentimiento de impotencia al observar el asalto de los leones al elefante. Reconoció no poder intervenir debido a las limitaciones que imponen las leyes de la naturaleza.
“Soy consciente de que los principios de supervivencia dictan la dinámica de la naturaleza. Sin embargo, cuando fui testigo del conflicto desequilibrado, no pude evitar percibirlo como una dura realidad”, expresó Nash.
Pensamientos de que el elefante solitario se convertiría en una presa deliciosa para los leones hambrientos. Sin embargo, los leones que tenían la mayor ventaja todavía tuvieron que rendirse antes que el elefante porque la presa luchaba ferozmente.
Después de una larga lucha, el elefante cambió el rumbo, atacó a los leones y finalmente escapó ileso. Para celebrar la victoria, el elefante palmeaba alegremente sus orejas, corría y chapoteaba con su trompa.
Después de perder el combate, los leones abandonaron la escena y encontraron un Ƅúfalo como cena para reemplazar al elefante que acababa de escapar.