Hay una magnífica historia de amor que se encuentra en lo más profundo del bosque, donde la luz acaricia las cumbres del paisaje y los ríos bailan de alegría. Es la historia de un amor que es tan puro y profundo que no está restringido por los confines de tiempo o lugar. Esta es la historia de cómo la naturaleza, en toda su magnífica majestuosidad, se volvió capaz de amar.
Érase una vez, cuando el planeta aún era joven y lleno de vida, la naturaleza existía como una criatura solitaria ya que aún no había sido tocada por el suave abrazo del amor. Pero a pesar del hecho de que el viento agitaba las hojas de los árboles, el sol brillaba intensamente sobre las flores y los animales corrían sin restricciones, algo estaba notablemente ausente. El núcleo del amor había evadido la naturaleza y, como resultado, había un vacío que reverberaba en los bosques y en los cañones.
Entonces, en un día que pasaría a la historia, una minúscula semilla fue arrastrada por el viento y depositada en un trozo de tierra rica en nutrientes. Un tierno brote comenzó a brotar de la tierra y, a medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, siguió creciendo hacia los cielos. La joven planta recibió una lluvia de rayos dorados del sol y pudo saciar su sed gracias a las gotas de lluvia que caían suavemente del cielo.
La plántula maduró y se convirtió en un hermoso árbol, con ramas anchas y robustas a medida que se extendían hacia afuera. Estaba erguido, sus hojas emitían un sonido rítmico y susurrante cuando se movían con la brisa. A medida que el árbol maduró, comenzó a sentir una profunda conexión con el entorno que lo rodeaba. Sintió la vitalidad que palpitaba en el suelo, la sinfonía de los pájaros cantores que llenaba el aire y la caricia tranquilizadora que el viento brindaba contra su corteza.
Un día, mientras el árbol se bañaba en la luz dorada del sol poniente, un suave viento arrastró un delicioso aroma hacia sus ramas. Al mismo tiempo, el árbol absorbía la luz. Era el aroma de una flor impresionante, cuyos pétalos brillaban a la luz como un arco iris. Esta exquisita obra de la naturaleza hipnotizó al árbol, y anhelaba estar más cerca de él. Las ramas de la planta se expandieron lentamente, como si intentaran hacer contacto con la flor.
Tanto el árbol como la flor, a medida que su vínculo se hizo más profundo, aprendieron la felicidad que se puede encontrar en la amistad. Revelaron sus debilidades, sus esperanzas y sus secretos unos a otros. El árbol protegía a la flor del clima severo, mientras que la flor animaba el mundo del árbol con sus colores vibrantes y su dulce aroma. Habían dejado de existir como seres distintos y en su lugar se habían convertido en dos almas bailando juntas en una expresión de amor.
Las ondas de su amor se podían ver en todo el terreno circundante. Los pájaros cantaron canciones completamente nuevas, y los ríos contaron historias de su vínculo inquebrantable entre sí mientras lo hacían. Las montañas parecían estar celebrando el esplendor que el amor había traído a su mundo mientras se erguían y estaban adornadas con coloridas flores en sus puntos más altos.
El poder de su amor despertó a la naturaleza a la profunda comprensión de que el amor es el corazón y el alma de todo lo que es. Esta información fue recibida con entusiasmo por la hierba, las flores, los ríos y las montañas. Se dieron cuenta de que el amor no se limitaba solo a su propia existencia, sino que penetraba en todos los rincones y grietas de la tierra. El amor se podía escuchar en los gorgoteos de los ríos, las pronunciaciones silenciosas del viento y las tiernas caricias del sol en el suelo.
Como resultado, la naturaleza continuó tejiendo su tapiz de amor a pesar de haber obtenido este nuevo conocimiento. Estimuló el florecimiento de árboles y flores al mismo tiempo, enseñó a los animales a cuidarse unos a otros e instó a los árboles a compartir la sombra que proporcionan. El amor evolucionó y se convirtió en el lenguaje universal, sirviendo como el pegamento que mantuvo unidos a todos los seres vivos en una hermosa sinfonía de cohesión.
La historia del amor que existe en la naturaleza se seguirá contando porque lo lleva el viento, lo hablan los ríos y lo cantan los pájaros. Sirve como un recordatorio oportuno de que el amor no se limita únicamente a los confines de los corazones humanos, sino que es un poder que impregna todas las facetas de la existencia.
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Fuente: Maravillas Naturales